ACTOS DEL CONGRESO DE ANÁHUAC.
Se realizaron
elecciones y el prototipo de Poder Legislativo abrió sus sesiones el 13 de
septiembre de 1813 en la actual capital de Guerrero, donde se promulgaron
textos del calibre de Los Sentimientos de
la Nación, El
Acta de Independencia de la América Septentrional y La Declaración para la Abolición de la Esclavitud.
Pero el gobierno de la Nueva España no iba a
aceptar tan fácilmente la afrenta de Morelos, a quien llamó “hereje” y
“diabólico”. Así inició el asedio a Chilpancingo, lo que obligó al Congreso de
Anáhuac a huir y trabajar de manera itinerante.
De Chilpancingo huyeron a Tlacotepec, de ahí a
Ajuchitlán y luego a Guayameo, pertenecientes a Guerrero. Después escaparon a
Huetamo, Ario de Rosales y Puruarán, en Michoacán. Más tarde se trasladaron a
Nuevo Urecho, hasta llegar a Apatzingán, donde promulgaron la Constitución de
1814.
Después, escaparon otra vez a Ario de Rosales, para
instaurar el primer Tribunal Superior de Justicia, en marzo de 1815. De ahí,
partieron a Puruarán y decretar los primeros símbolos patrios, el 28 de junio
de 1815.
Ya mermados, los congresistas errantes pasaron por
Taretan, luego a Uruapan y de ahí salieron rumbo a Tehuacán, Puebla, pero en el
trayecto Morelos fue aprehendido. El Congreso llegó a su destino el 16 de
noviembre de 1815, ya sin el aguerrido fundador y con unos integrantes con más
ánimo de amnistiarse que de seguir peleando.
Para el historiador Ernesto Lemoine (1927-1993) la
travesía fue: “A salto de mata, perseguidos como perros rabiosos, dispersados
varias veces, padeciendo hambre y sed, atormentados por los mosquitos y otras
alimañas, sofocados por el calor y el polvo, a merced de fiebres y epidemias…
todo lo soportaron con admirable estoicismo aquellos hombres que en la
adversidad hallaban energía y constancia para no desmayar en sus tareas…
“En ningún momento perdieron la moral ni se
sintieron derrotados, pese a que las calamidades militares los cercaban por
todos lados, como un círculo de hierro que se estrechaba día a día. Así, en esa
atmósfera que igual olía a muerte que a gloria, llegaron a Apatzingán, llevando ya casi concluida su obra magna: el Decreto Constitucional, en el que una de las ideas que sobresalen es que ‘la soberanía conquistada será uno de los principios inmutables, del que ya nunca más se verá privado el mexicano”.
atmósfera que igual olía a muerte que a gloria, llegaron a Apatzingán, llevando ya casi concluida su obra magna: el Decreto Constitucional, en el que una de las ideas que sobresalen es que ‘la soberanía conquistada será uno de los principios inmutables, del que ya nunca más se verá privado el mexicano”.
“EL
DÍA MÁS FELIZ DE SU VIDA” (OCTUBRE DE 1814-ENERO DE 1815)
APATZINGÁN, Mich.—
La firma del Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana
representó para José María Morelos el “día más feliz de su vida”. Las crónicas
de aquel tiempo refieren que la noche del 22 de octubre de 1814, fecha de la
promulgación, el prócer dejó por un rato su actitud adusta y circunspecta, y
bailó como niño durante los festejos.
Y no era para
menos, pues el Congreso mexicano, instalado en aquella villa de difícil acceso,
después de pasar hambre y enfermedades, al fin daba a luz el texto más acabado
que cristalizaba los ideales de Hidalgo, Morelos y los hombres que, al mismo
tiempo que hacían la guerra, confeccionaban leyes.
Pero a 200 años de distancia de aquel jolgorio, la
situación actual de Apatzingán no es precisamente la que haría cantar y brincar
al cura de Carácuaro. A un paso del bicentenario de la primera Constitución de
México, este municipio se encuentra bajo el riesgo de la aparición de grupos
de autodefensa.
El secretario del
Ayuntamiento, Eloy Velázquez, informa que el Cabildo tiene listo un documento
en el que le solicitan al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong,
que las fuerzas federales refuercen la seguridad en el municipio ante la posible
irrupción de civiles armados.
“En los municipios
vecinos se ha trastocado el orden de gobierno”, señala el funcionario, en
relación al surgimiento de grupos armados que han tomado la justicia en sus
manos en los territorios de Buenavista, Coalcoman y Tepalcatepec.
Apatzingán, la tierra donde dos siglos atrás se
acuñaron principios como soberanía, división de poderes, elecciones
democráticas, igualdad ante la ley y creación de normas para la felicidad del
pueblo, “tiene el riesgo de perder su forma de gobierno”, refiere Velázquez,
quien admite que la población está inquieta ante posibles enfrentamientos entre
la policía municipal y las autodefensas.
En 1813, Morelos y
los integrantes del Congreso se pusieron sus mejores galas para el nacimiento
de la Carta Magna de Apatzingán, y a los andrajosos soldados que les
acompañaban se les mandaron hacer camisas y calzones de manta para que
estuvieran presentables. Y cuentan que desde la puerta de la actual Casa de la
Constitución, Morelos lanzó monedas de plata acuñadas con la fecha del
acontecimiento, como si fuera padrino de bautizo.
Actualmente, la
situación no está para fiestas. El secretario del Ayuntamiento recalca que el
esquema de seguridad que piden a la Federación debe incluir inversiones, pues
el crimen organizado se beneficia del campo abandonado y las pocas fuentes de
empleo.
LA
ÚNICA SEDE QUE ESCAPÓ AL OLVIDO (MARZO-MAYO DE 1815)
ARIO DE ROSALES,
Mich.— “Que todo el que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche,
lo ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario.” Así reza la frase
tallada en madera, colocada a la entrada del Museo Judicial de este municipio
michoacano.
El apotegma es de
José María Morelos, quien hace un par de siglos arribó a este sitio para
instalar el Poder Judicial que ordenaba la recién promulgada Constitución. Los
poderes Legislativo y Ejecutivo habían sido creados en Apatzingán, el 22 de
octubre de 1814. Faltaba el tercero.
Fue en marzo de
1815 cuando, en su odisea hacia Puebla, el gobierno itinerante buscó un lugar
lo suficientemente alto para visualizar el arribo de las tropas realistas,
entonces comandadas por Agustín de Iturbide, y así escabullirse con
anticipación. Ario le proporcionó esas condiciones.
Fue así que el 7
de marzo de ese año se crea el primer Tribunal Supremo de Justicia, el
antecedente más remoto de la actual Suprema Corte de Justicia de la Nación
(SCJN).
De todos los
recintos en los que sesionaron los poderes creados durante la insurgencia, éste
es el único que ha sido reconocido por un poder actual. En 2006, los ministros
de la SCJN se reunieron aquí, lo reconocieron como germen del Poder Judicial en
México y lo declararon “Sede Histórica”. Ningún otro poder federal ha tenido el
mismo gesto con los inmuebles donde se instalaron hace dos siglos Morelos y los
congresistas de Anáhuac.
El encargado del
museo, Simón Baca Suárez, destaca, entre las anécdotas de la estancia de los
insurgentes en Ario de Rosales, la llegada de los insurgentes, que fue en
condiciones extremadamente pobres, al grado que Morelos escribió una carta a un
tío que vivía por la zona, a quien le pedía dotarlo de aguardiente, pues las
arcas del gobierno en proyecto no alcanzaban para esos gustos.
También se cuenta
que los primeros ministros del tribunal supremo no cobraban sueldo, pues las
tropas que custodiaban a los integrantes del gobierno y del Congreso estaban
muy mermadas, así que los pocos pesos que se recaudaban eran canalizados a la
compra de alimentos y medicinas.
David Cienfuegos
Salgado, investigador de la Universidad Autónoma de Guerrero, explica que, a
raíz de la creación del Tribunal, se incrementó el número de demandas para
buscar protección, ya sea para restitución de tierras, pago de deudas, personas
intestadas y hasta divorcios.
“En algunas
demandas se hace referencia explícita a la búsqueda de justicia en esa época,
lo que denota la confianza de las personas en esta institución de reciente
creación y en plena lucha insurgente”, reflexiona Cienfuegos, quien agrega que
este tribunal funcionó en Ario, Santa Clara del Cobre, Pátzcuaro, Uruapan,
Puruándiro, Panindícuaro, Huetamo, Malacatepec, Real de Zacualpa y Minas.
CUNA
DE LAS RELACIONES EXTERIORES (JUNIO-JULIO DE 1815)
PURUARÁN, Mich.- A
un costado de la parroquia de San José, en el centro de este poblado
perteneciente al municipio de Turicato, se ubican las maltratadas instalaciones
del ingenio Puruarán.
Desde hace 20 años
ya no opera, pero es vigilado por un par de ancianos, don Aurelio y don Miguel,
quienes tienen la orden de no dejar pasar a nadie, pues la propiedad sigue en
litigio y afirman que no la desalojarán hasta que los ex trabajadores sean
debidamente indemnizados.
Machete en mano,
don Miguel asoma sus ojos azules con cataratas a través de la rejilla de la
puerta. Al enterarse de que un reportero solicita permiso para ingresar y tomar
fotos, el hombre pide tiempo para consultarlo con su compañero. Ahora es don
Aurelio quien se asoma.
—¿Y qué le quiere
ver, oiga? Aquí sólo hay máquinas oxidadas.
—Es que aquí
alguna vez fue Palacio Nacional.
—¿Palacio
Nacional? ¿Y eso quién lo dice?
—Los libros,
señor. Aquí despachó Morelos hace 200 años.
Fue entre junio y
julio de 1815. Después de promulgar la Constitución de Apatzingán, el Congreso
Mexicano emprendió la huida hacia Tehuacán, Puebla, donde esperaba estar a
salvo del acoso virreinal, y una de las escalas fue Puruarán, donde Morelos
arribó en calidad de integrante del triunvirato que conformaba el Poder
Ejecutivo.
En ese entonces,
la Presidencia instituida en Apatzingán estaba encabezada por los tres José
María: Liceaga, Coss y Morelos.
En este pueblo, el
Palacio Nacional se instaló en una hacienda que con el tiempo dio albergue al
ingenio que hoy luce derruido. Al caminar por el recinto se nota el paso del
tiempo: las láminas están tan quebradas y las columnas de madera tan podridas
que el mínimo peso puede echarlas abajo.
Fue en este
inmueble donde se firmó el decreto que dio origen a las primeras banderas
oficiales del México en construcción, así como el primer Escudo Nacional.
La actual
Secretaría de Relaciones Exteriores debería rendirle homenaje a este recinto,
pues, según el profesor Cristian García Martínez, historiador del lugar, entre
sus carcomidas paredes de adobe se firmaron tanto la carta dirigida al entonces
presidente de Estados Unidos, James Madison, pidiendo el reconocimiento del
naciente país; como el Manifiesto de Puruarán, en el que se le pide el mismo
gesto a todo el mundo.
Este sitio también
es recordado porque aquí se libró una de las batallas más dolorosas para
Morelos, en diciembre de 1812. Tras la derrota en Valladolid (actual Morelia),
Morelos quiso refugiarse en Puruarán, pero fue alcanzado por los soldados
realistas, quienes tomaron como prisionero a uno de sus más apreciados colaboradores:
Mariano Matamoros.
LA
SEGUNDA CASA DE EL RAYO DEL SUR (AGOSTO-OCTUBRE DE 1815)
URUAPAN, Mich.—
José María Morelos dejó asentado en diversas cartas que este municipio era “su
segunda casa”, debido a que aquí, entre 1796 y 1799, vivió los mejores
años de su vida en familia (aquí radicó con su madre y su hermana), además de
realizar su diaconado, para ordenarse como sacerdote.
De marzo a mayo de
1814, este municipio fue sede del Congreso de Anáhuac, que huía desde
Chilpancingo. Aquí se dieron los últimos toques a la Constitución de
Apatzingán.
Un año después, en agosto, se instaló por segunda
vez el Supremo Congreso Mexicano, pero esta vez en su maniobra de retirada
hacia el centro del país. Sin embargo, la modernidad ha sido ingrata con El Rayo del Sur y con los legisladores que lo
acompañaban.
La casona donde
sesionó aquel Parlamento, entonces propiedad de José María Izazaga, no figura
en el patrimonio histórico de Uruapan. En la planta baja hay una tienda de
ropa, una ostionería, una caseta telefónica y una miscelánea, entre otros
locales. El piso superior está deshabitado y en el abandono, pues al pedir
autorización para visitarlo, la respuesta de los locatarios es que el acceso ha
estado prohibido desde hace décadas.
La placa
conmemorativa colocada en una de las paredes del inmueble, con motivo del
primer centenario de la Independencia, parece más un homenaje a la ignorancia
que a las hazañas de Morelos, pues sólo refiere que “en esta casa hoy
reconstruida estuvo alojado el INMORTAL MORELOS”.
La leyenda es
inexacta, pues Morelos se hospedaba en otra vivienda, y además la placa no hace
ninguna alusión al trabajo legislativo ni a las acciones de lo que entonces era
la máxima instancia de gobierno del país.
El cronista de
Uruapan, el profesor Francisco Hurtado Martínez, dice que las autoridades
estatales y municipales han sido omisas para reconocer que aquella casona,
invadida por los comercios, alguna vez fue “Palacio Constituyente”.
Y como prueba de
ello muestra un facsímil del decreto para crear la Junta Subalterna
Gubernativa, firmado por los legisladores y que al calce dice: “Dado en el
Palacio del Supremo Congreso Mexicano, en la Villa de Uruapan, a los 6 días del
mes de septiembre de 1815”.
El objetivo de
dicha junta fue crear un cuerpo legislativo que diera continuidad al trabajo de
los congresistas de Anáhuac, en caso de que éstos fueran capturados por los
realistas. “Algo presentía Morelos, pues, para poner a salvo la obra de los
congresistas, nombró a diputados suplentes”, opina Hurtado.
El cronista relata
que en la puerta de esa casa había una banca de madera, donde Morelos se
sentaba para dar dulces y fruta a los niños que salían de la escuela.
LA
APREHENSIÓN DE MORELOS (5 DE NOVIEMBRE DE 1815)
TEMALAC, Gro.—
Este pueblito de apenas 980 habitantes, perteneciente al municipio de Atenango
del Río, representó una trampa para Morelos, quien fue aprehendido mientras
escoltaba al Congreso en su odisea para llegar a Puebla.
Aquí los
pobladores le negaron información sobre cómo cruzar un río, por lo que debió
hacerlo por intuición, lo que provocó que se ahogaran soldados y caballos.
Documentación del Congreso también se fue con la corriente.
También hubo
soplones que dieron cuenta de su ubicación, lo que permitió al Ejército
Virreinal acorralar a Morelos por tres frentes, operación ejecutada por los
comandantes José Gabriel de Armijo, Eugenio Villasana y Manuel de la Concha.
Agustín García
Sánchez, cronista de Temalac, apunta que, efectivamente, las circunstancias
fueron adversas, pero el Generalísimo también tuvo desaciertos, pues los
insurgentes Ramón Sesma y Manuel Mier y Terán le recomendaron no acampar en esa
zona, por la cercanía de los enemigos realistas, pero Morelos decidió aguardar
la llegada de Vicente Guerrero.
La mañana del 5 de
noviembre, los insurgentes se vieron rodeados por un ejército realista que los
superaba tres a uno. Las memorias de Carlos María Bustamante refieren que
pronto se hizo la confusión y los soldados insurgentes se pusieron en fuga.
“Presumiendo
Morelos que la acción era perdida, dijo a Nicolás Bravo: ‘Vaya usted a escoltar
el Congreso, que aunque yo perezca no le hace, pues ya está constituido el
gobierno’”.
Los relatos de
Bustamante agregan que, al quedarse sin hombres y sin caballo, Morelos comenzó
a escalar una peña en el intento de encontrar refugio en una cueva, pero fue
alcanzado por el comandante Matías Carranco, un antiguo insurgente a quien le
dijo: “Señor Carranco, parece que nos conocemos”.
Algunos cronistas
tienen la hipótesis de que ambos personajes tuvieron rencillas debido a que
pretendían a Francisca Ortiz, una oaxaqueña quien habría dado un hijo al cura
michoacano.
Mientras tanto, la
caballería realista no hizo el intento de alcanzar a los integrantes de los
tres poderes. “Los legisladores y los jueces corrían como si trajese cada uno
tras de sí una legión de diablos. Reunidos en Pilcayan, decidieron cruzar el
río Mixteco que estaba harto crecido y pasaron desnudándose de uno en uno”,
refiere Bustamante sobre la huida de los congresistas.
EL
OCASO DEL CONGRESO (16 DE NOVIEMBRE-14DE DICIEMBRE DE 1815).
TEHUACÁN, Pue. —
“Sólo el mejor sabor de Altepexi”, reza la carta de la fonda Carnitas Santa
Elena, donde venden deliciosas manitas de puerco, así como los mejores tacos de
chamorro y cuerito de esta ciudad.
En la fachada del
negocio, justo a un lado del comal donde se hacen tortillas a mano, está una
placa que dice: “El Generalísimo don José María Morelos y Pavón dirigió desde
este sitio su segunda campaña del 10 de agosto al 10 de noviembre de 1812.
Firmaba sus documentos desde el ‘Palacio Nacional de Tehuacán’”.
Es decir, el
recinto donde el Generalísimo preparó la conquista de la plaza de Oaxaca, y
donde dijo haber pasado sus “días más serenos”, es hoy un concurrido negocio de
comida ubicado a dos cuadras de la plaza principal. Para ser sede histórica,
los precios no están tan mal: los tacos de surtida cuestan siete pesos y el
kilo de maciza, 190.
La encargada del
negocio dice estar consciente del valor histórico que tiene la construcción,
motivo por el cual acatará al pie de la letra la instrucción municipal de
conservar lo más posible el estado actual de la casona, donde se presume
ocurrió el enfrentamiento verbal de Morelos con Ignacio López Rayón, a quien le
dijo la célebre consigna: “Quitémosle la máscara a la independencia”.
Un destino igual
de ingrato ha tenido el inmueble donde sesionó el Congreso de Anáhuac en sus
últimos días.
A un costado de
las actuales oficinas del Organismo Operador del Servicio de Agua Potable,
también en el Centro Histórico de Tehuacán, están cuatro viejas paredes de
piedra y tres arcos que se niegan a perecer. Se trata del recinto donde se
dieron por concluidas las actividades del primer órgano de representación
popular de México, creado dos años antes.
Afuera del
edificio gubernamental aún se conserva una placa que refiere: “Casa donde se
acordó el 14 de diciembre de 1815, a las 12 y media de la noche, la disolución
del Congreso de Chilpancingo, primer cuerpo legislativo de la nación”.
El secretario del
Ayuntamiento, Orlando Cuallo Cinta, conocedor de la historia del municipio,
afirma que la disolución del Congreso, a cargo del diputado Manuel Mier y
Terán, era inevitable, pues “había perdido representatividad”.
Al reflexionar sobre las aportaciones del Congreso
de Anáhuac, el funcionario señala que legitimó al movimiento insurgente y trazó
los lineamientos jurídicos y políticos del país, aunque también puso en duda
que Morelos tuviera noción de la extensión territorial de la nación que quería
formar y destacó que el El Rayo del Sur nunca dejó en claro el modelo económico con
el que pretendía trabajar.
AL
PASO DEL TIEMPO
José María Morelos
y Pavón peregrinó, junto a distintos personajes de la historia durante más de
dos años, para derrocar la imposición de las leyes españolas.
1813
28 de junio. Primera convocatoria para la
realización del Congreso de Anáhuac.
25 de julio. Morelos gira instrucciones para la elección
de diputados en las provincias dominadas por los insurgentes.
8 de agosto. Desde Acapulco, luego de haber tomado el
fuerte de San Diego, Morelos lanza la convocatoria para instaurar el Congreso
en Chilpancingo.
11 de septiembre. Morelos expide el Reglamento
para el funcionamiento y atribuciones del nuevo Congreso.
13 de septiembre. Apertura del Congreso de
Anáhuac, en la parroquia Santa María de la Asunción.
14 de septiembre. Se da lectura a Los Sentimientos de la Nación.
15 de septiembre. Morelos es nombrado jefe del
Poder Ejecutivo y Generalísimo de armas, éste declina, argumentando que no es
apto para el cargo, pero el Congreso le recuerda que no puede rehusarse.
18 de septiembre. Se propone llamar a Morelos
“alteza serenísima”, pero éste lo rechaza y afirma que sólo es un “siervo de la
nación”.
5 de octubre. Se promulga la Declaración para la Abolición
de la Esclavitud.
2 de diciembre. Morelos sale de Chilpancingo con el afán de
tomar Valladolid y trasladar a los poderes para esa ciudad.
23 de diciembre. Los insurgentes Morelos,
Hermenegildo Galeana, Nicolás Bravo y Mariano Matamoros son derrotados por las
tropas de Iturbide en Valladolid.
1814
Enero. Tras la derrota de los insurgentes, el Congreso
decide dejar Chilpancingo. Llegan a Chichicualco, donde son emboscados por los
realistas.
Febrero-marzo. Se internan en la sierra y
llegan a Tlacotepec, donde los realistas les decomisan documentos y los obligan
a huir.
Marzo. Los congresistas llegan a Guatameo.
Abril-mayo. Los diputados se instalan
en Huetamo.
en Huetamo.
Mayo-junio. Morelos alcanza al Congreso en Uruapan, donde
se tenía pensado originalmente promulgar la Constitución.
Junio-septiembre. Se redactan los artículos de la Constitución
en Tiripitío y Urecho.
22 de octubre. Se promulga el Decreto
Constitucional para la Libertad de la América Mexicana.
Noviembre-diciembre. La corona española
ordena quemar la Constitución de Apatzingán y matar a todo aquel que la
defienda.
1815
Enero. Los congresistas llegan a Ario de Rosales.
7 de marzo. Se instala el Supremo Tribunal de Justicia.
28 de junio. Los legisladores llegan a Puruarán, donde se
decreta la creación de las primeras banderas nacionales y el primer escudo
nacional.
30 de agosto-29 de septiembre. El Congreso de Anáhuac
vuelve a Uruapan. Ahí se decreta la creación de la Junta Subalterna
Gubernativa.
5 de noviembre. Aprehenden a Morelos en Tezmalac, Guerrero, y
es llevado a la Ciudad de México.
16 de noviembre. El Congreso llega a la ciudad de Tehuacán,
Puebla, escoltado por Vicente Guerrero.
14 de diciembre. El legislador Manuel Mier y Terán decreta la
disolución del Congreso.
22 de diciembre. Morelos es fusilado en Ecatepec.
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