jueves, 24 de enero de 2019

El Decalogo del Abogado J. Couture,

J . Couture El Decálogo del Abogado.  (1904-1962)

1º Estudia. El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado.

2º Piensa. El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.

3º Trabaja. La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia.

4º Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho; pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la justicia, lucha por la justicia.

5º Sé leal. Leal para con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que no es digno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le dices; y que, en cuanto al Derecho, alguna que otra vez, debe confiar en el que tú le invocas.

6º Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya.

7º Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.

8º Ten fe. Ten fe en el Derecho como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del Derecho; en la paz, como substitutivo bondadoso de la justicia; y sobre todo ten fe en la libertad, sin la cual no hay Derecho, ni justicia, ni paz.

9º Olvida. La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.

10º Ama tu profesión. Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que se haga abogado.



Nació el 24 de mayo de 1906 en Montevideo , considerado el procesalista más influyente del Derecho Continental en el siglo XX. Sus padres fueron don Eduardo Couture y doña Aurelia Etcheverry. Tanto sus cursos primarios como secundarios los realizó en la capital uruguaya. En 1923 ingresó como estudiante a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de la República, en Montevideo.

Producto de las modestas condiciones de su hogar, a los 15 años de edad asumió su primer trabajo en el Centro Odontológico del Uruguay, institución a la que permanecería vinculado hasta el día de su muerte. Ya como estudiante de derecho, comenzó a colaborar en el estudio jurídico del abogado Federico Escalada. El 29 de diciembre de 1927, recibió el título de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales.

Jurista y docente. Fue profesor titular de Derecho Procesal en la Universidad de la República en Montevideo. Dirigió la "Revista de Derecho, Jurisprudencia y Administración", fue Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Presidente del Colegio de Abogados.

Sobre los temas de su especialización (procedimientos jurídicos y organización de tribunales) dictó cursos universitarios y conferencias en varios países y también dio a conocer diversos trabajos, entre otros un frecuentado "Vocabulario jurídico".

En América Latina es muy conocido el famoso “Decálogo del Abogado”, redactado por el eminente jurista uruguayo Eduardo Couture, quien fue incorporado al “Colegio de Abogados de Lima”, como Miembro de Honor en 1951.

Presidió el Instituto Cultural Uruguayo - Brasileño y fue miembro de Número y vice - presidente de la Academia Nacional de Letras. De su viaje por países de América Latina, Europa y Estados Unidos dejó testimonio en un libro, "La comarca y el mundo" (1953).

Su famosa frase quedará grabada para la posteridad: “Si el Derecho se contrapone con la Justicia, inclínate por la Justicia”.

La historia de Damocles.

Damocles.

La  espada en la piedra.


La espada de Damocles es una frase popular que debemos a un historiador griego y que hasta hoy se utiliza para referirse a un peligro inminente, aludiendo a una espada que pende sobre nuestra cabeza y que en cualquier momento caerán sobre nosotros.
La historia fue narrada por Timeo de Tauromenio (actualmente Taormina) entre el siglo IV y III a.C., un historiador griego que se dedicó a escribir una Historia sobre Sicilia cuando la ciudad fue conquistada en el año 316 a.C. por el tirano, Agatocles. Timeo tuvo que exiliarse en Atenas y allí comenzó a escribir sus obras históricas. Probablemente regresó a Siracusa unos años antes de morir, cuando la ciudad estaba bajo el poder de Gelón II.
La historia fue retomada por Diodoro de Sicilia, Cicerón y Horacio en el siglo I a.C., lo que ayudó a su difusión y popularización. La historia cuenta que Damocles era un miembro de la corte del rey Dionisio “El Viejo”, un sanguinario tirano de Siracusa del siglo IV a.C. Como cortesano, Damocles era un constante adulador que se pasaba sus días envidiando los lujos y comodidades del rey.
La repetidas adulaciones envidiosas llegaron a los oídos del soberano y planeó una estrategia como escarmiento para Damocles. Le ofreció intercambiar los roles por una noche para que pudiera experimentar personalmente los placeres que tanto envidiaba. Se organizó un gran banquete para Damocles, que ocupó el lugar del rey y gozó de todos los lujos y privilegios de su título temporal.
Todo estaba bien hasta que Damocles miró hacia arriba y advirtió una afilada espada que pendía sobre su cabeza, atada por un único pelo de crin de caballo. De repente, se le quitó no sólo el apetito, sino que los nervios lo obligaron a rechazar el sueño de ser rey con sólo ver la espada amenazante. Le pidió al rey abandonar su puesto, alegando que ya no quería seguir siendo tan afortunado.
Por esta historia se menciona la espada de Damocles cuando se quiere referir a una amenaza constante que puede llevar inesperada y repentinamente a un trágico desenlace; una excelente metáfora de los inminentes peligros y el precio que se paga por un gran poder.



Autonomía de la Retorica.

La  Autonomía de la Retorica.




Podemos conocer la retórica ateniense a través de los discursos que dejaron grandes oradores como DemóstenesLisias o IsócratesHeródoto y Tucídides en sus obras sobre historia, además de sucesos, también escribieron discursos pronunciados por personajes históricos como AlcibíadesJerjes o Pericles.
En la Atenas Clásica no existe una distinción clara entre la retórica y la filosofía. Por este motivo, hay que tener muy en cuenta esta última disciplina. La tragedia y la comedia, muy ligadas a lo político, son también importantes para conocer la retórica en la Atenas Clásica
La retórica demostró pronto su utilidad como instrumento político en el régimen democrático, siglo V a. C., divulgada por profesores conocidos como sofistas, entre los cuales los más conocidos fueron Protágoras de Abdera y Gorgias. Para estos maestros de retórica que fueron también filósofos, no existe una única verdad y con el lenguaje sólo se pueden expresar cosas verosímiles.
Valoraban mucho el poder que tenía la palabra que según Gorgias es un gran soberano que con un cuerpo muy pequeño e imperceptible realiza obras de naturaleza divina.8
Esta filosofía fue muy criticada por Platón. Tanto para Platón como para su maestro Sócrates, la esencia de la filosofía reposaba en la dialéctica: la razón y la discusión conducen poco a poco al descubrimiento de importantes verdades. Platón pensaba que los sofistas no se interesaban por la verdad, sino solamente por la manera de convencer, así que rechazó la palabra escrita y buscó la interlocución personal, y el método fundamental del discurso pedagógico que adoptó fue el del diálogo entre maestro y alumno. Pero el gran maestro de la retórica griega fue Isócrates. Pensaba que la retórica era un plan de formación integral de la persona que servía para crear ciudadanos modélicos; con su sistema de enseñanza, precursor del humanismo, pretendía la regeneración ética y política de la sociedad ateniense.
Aristóteles, por otra parte, sistematizó la mayor parte de estos conocimientos sobre el arte de hablar y argumentar en una obra que consagró al efecto, su Retórica. La gran aportación de la Retórica de Aristóteles es su enfoque filosófico. Los manuales anteriores, de los cuales el único ejemplar que se conserva es la Retórica a Alejandro, consistían en consejos prácticos sobre cómo persuadir. La Retórica de Aristóteles en cambio, realiza reflexiones teóricas sobre el lenguaje persuasivo.


La Autonomía de la Argumentación en General.

Autonomía de la Argumentación.




Hasta el momento, hemos considerado las condiciones de la estructura del sistema escolar como fuente de conflictos; luego, consideramos las formas de aplicar la autoridad como elemento ambivalente para generar orden y transformar antagonismos o generar más conflictos; ahora, desarrollaremos la propuesta en favor de las habilidades de razonamiento práctico, al considerarla una dimensión que conjunta lo racional con lo emocional para en seguida convertirla en estrategia en el ámbito didáctico.
Estructura argumentativa: A lo largo del desarrollo ontogenético hay un claro avance en el fortalecimiento de la estructura argumentativa que va desde una estructura justificativa a una dialéctica, es decir, de la capacidad para sostener un punto de vista a la capacidad de elaborar y justificar posturas que lo contradicen.
Dimensión comprensiva-productiva: Una lectura cuidadosa de las investigaciones que muestran que los niños son capaces de argumentar muy tempranamente, arroja que éstas se centran en capacidades más bien comprensivas: los niños y niñas serían capaces de conocer e identificar todas las partes de un argumento a una tempranísima edad.
 Dimensión social: Es relevante distinguir claramente el contexto social en que se ponen en juego las habilidades argumentativas. Al contrario, por ejemplo, para construir individualmente un texto escrito coherente, la persona tiene que estructurar toda la información por sí sola, debiendo generar y coordinar las afirmaciones que apoyan y están en contra del punto de vista defendido.
1.-Argumentos ligados al ethos: son de orden afectivo y moral y atañen al emisor del discurso; son, en suma, las actitudes que debe tomar el orador para inspirar confianza a su auditorio. Así, debe mostrarse:
Sensato y fiable: esto es, capaz de dar consejos razonables y pertinentes.
Sincero: no debe disimular lo que piensa o lo que sabe.
Simpático: debe mostrar que está preparado a ayudar a su auditorio.
2.-Argumentos ligados al pathos: de orden puramente afectivo y ligado fundamentalmente al receptor del discurso.
2.-Argumentos ligados al logos: argumentos ceñidos al tema y mensaje mismo del discurso; se entra aquí en el dominio propiamente de la dialéctica y se utilizan sobre todo los deductivos y los analógicos.
El orden de las partes puede ser naturalis o artificialis. El ordo naturalis es el que respeta la propia naturaleza del discurso sin alteraciones intencionadas o el que sigue la tradición; el ordo artificialis, por el contrario, altera el orden habitual de las partes (por ejemplo, empezar una historia no por el principio sino en un momento ya avanzado de la misma.

La argumentación es una variedad discursiva con la cual se pretende defender una opinión y persuadir de ella a un receptor mediante pruebas y razonamientos, que están en relación con diferentes: la lógica (leyes del razonamiento humano), la dialéctica (procedimientos que se ponen en juego para probar o refutar algo) y la retórica (uso de recursos lingüísticos con el fin de persuadir movilizando resortes no racionales, como son los afectos, las emociones, las sugestiones... ).
                                         Aspectos pragmáticos
    Como acto comunicativo un texto argumentativo no es, en su forma básica, más que un enunciado en él que un emisor dirige a un receptor un argumento o razón para hacerle admitir una conclusión.
    El emisor es el constructor del discurso con el que pretende persuadir al receptorinfluir en él para que modifique su pensamiento o para que actúe de un modo determinado. Su actitud es subjetiva, pero intenta que su actitud tenga una aparente objetividad.  Por otro lado, si la argumentación quiere ser efectiva, habrá de tener en cuenta el receptor a quien va dirigida.
 

                                      Aspectos estructurales
    En un texto argumentativo aparecerán dos elementos fundamentales: la tesis y el cuerpo argumentativo.
Tesis: la idea fundamental sobre la cual se reflexiona y se argumenta.
 Cuerpo argumentativo: la aportación de todo tipo de «razones» que permiten al autor convencer al destinatario. Se denominan argumentos.

                                           Estructuras básicas
    Las dos formas básicas en que se estructuran estos elementos coinciden con la exposición:
Estructura inductiva. Se parte de los hechos concretos para establecer una idea general que los ratifique. La tesis suele aparecer al final y sirve como conclusión de todo el proceso argumentativo.
Estructura deductiva: Se parte de una idea general (tesis inicial ) para llegar a una conclusión concreta.
    Pero se pueden presentar de otras formas
Estructura encuadrada: Se parte de una idea general, con argumentos que generan, como conclusión, otra tesis final.
Estructura repetitiva: Se repite la misma tesis a lo largo del texto
Estructura en paralelo: Se presentan diferentes tesis y se van argumentando al mismo tiempo.
 

La pertinencia: Los argumentos pertinentes están relacionados con la tesis o la refuerzan.
 La validez: Conducen a la conclusión deseada. En caso contrario, son argumentos falaces.
 La fuerza argumentativa: Depende de la facilidad con que se rebaten. Se distinguen argumentos débiles y argumentos sólidos. Si no puede ser rebatido es un argumento irrefutable.
Según su función
Argumentos de apoyo a la tesis propia.
Concesiones o ideas de la tesis contraria que se admiten provisionalmente.
Refutaciones o argumentos con los que se rebate total o parcialmente la tesis contraria.
Contraargumentos que invalidan los argumentos contrarios a la tesis o las concesiones que el propio autor ha admitido previamente.
Según su contenido: El contenido de los argumentos se basa en los tópicos: los diferentes valores en que se basa un argumento para establecer su fuerza argumentativa. Son muy variados
Lo existente es preferible a lo no existente
Lo útil y beneficioso es preferible a lo inútil: lo no perjudicial es preferible a lo perjudicial
 Lo moral y ético es preferible a lo inmoral.
La cantidad es preferible a la calidad.
La calidad es preferible a la cantidad
Lo bello es preferible a lo feo
Lo tradicional es más valioso que lo reciente
Lo novedoso y reciente es más valioso que lo antiguo
Lo agradable es preferible a lo desagradable
Según su finalidad: Las finalidades básicas que tiene una argumentación son la demostración y persuasión. Para la primera se utilizan los argumentos racionales, que se fundamentan en los hechos. Para la segunda se utilizan los argumentos afectivos.
Argumentos racionales:
La argumentación lógica se basa en las relaciones causa-efecto, concreto-abstracto, condición-resultado, concreto-abstracto, individual-general.
El silogismo: es un razonamiento que consta de dos premisas y de una conclusión que se deduce necesariamente de ellas.
 El ejemplo
 El uso del sentido común y el uso de refranes y máximas  El argumento de autoridad
 La argumentación analógica se basa en las relaciones de semejanza.
La comparación
 La metáfora
                                       Argumentos afectivos
 La diferencia con los anteriores radica en el uso del lenguaje: se buscan los valores expresivos, mediante el empleo de recursos estilísticos.


Tipos de Autonomía de la ciencia Retorica.

Tipos de Autonomía de la Ciencia Retorica.

El artículo , da  una aproximación a la historia de la retórica centra su atención no tanto en un análisis histórico del devenir de la retórica a lo largo del tiempo, cuanto en los nuevos contenidos y perfiles de una retórica que se actualiza por su implicación en los nuevos medios, en los nuevos tipos de discursos, en las nuevas funciones sociales y de relación humana. No se trata pues de una inscripción de los grandes hechos, estudios e investigaciones retóricas a lo largo del tiempo. El objetivo consiste en enfatizar el concepto de retórica vinculado a la comunicación y por el que se explican las funciones de argumentación, persuasión y expresión estética y comunicativa. Recobrar el valor de la palabra, del sentido del discurso, de la eficacia de la retórica, del compromiso de quien habla, el decir compromete ese es uno de los objetivos. Se hace un recorrido por las grandes obras retóricas y por los manuales de retórica. Los últimos tiempos con la invención y desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación le han hecho muchas preguntas a la retórica, como instrumento de la comunicación persuasiva y argumentativa.
Fue Plantón el que introdujo el término “retórica” para describir la capacidad de persuadir a otros, concretamente en el contexto público y político. La comparaba negativamente con el conocimiento buscado por los filósofos.
Los pensadores clásicos posteriores, especialmente Aristóteles, Cicerón y Quintiliano, presentaron varios tratamientos sistemáticos de la retórica en los que ésta aparecía dividida en tres clases: deliberativa (o política), enfocada al futuro y que busca convencer a la gente con fines políticos; forense (o jurídica), enfocada al pasado y que busca convencer a la gente de los méritos o deméritos de las acciones de un individuo; y la epideíctica (o demostrativa) enfocada al presente y que se usa en acontecimientos públicos.
Ninguna de estas formas de la retórica tiene que ver con la forma en que se presentaba el conocimiento de los filósofos que, basado en principios evidentes por sí mismos, no necesitaba de artificios.
En la Edad Media la retórica ocupó de forma natural su espacio en las nuevas universidades y floreció en el Renacimiento cuando humanistas como Pierre de la Rameé la promocionaban como un arte práctico esencial en la política, la religión y la ley. Si bien en alguna ocasión alabaron la utilidad de la elocuencia en alguna ocasión, los filósofos, incluidos los filósofos naturales, siguieron encontrando la retórica como inferior al conocimiento que era su objetivo.
En el siglo XVII los fundadores de la Royal Society of London, expresaron su intención de basarse solo en la experiencia y no en las capacidades de persuasión de las autoridades en su lema, Nullius in verba, tomado de una cita de Horacio, Nullius addictus iurare in verba magistri, que podría traducirse como “no me vi obligado a jurar por las palabras de maestro alguno”. Insistieron explícitamente en la necesidad de emplear lenguaje llano y sencillo y en evitar los artificios engañosos de la retórica en las comunicaciones que se hiciesen a la Society. Hoy día, y continuando esta práctica, los científicos se precian de decir lo que piensan de la forma menos adornada que sea posible.
A partir de mediados de los años setenta del siglo XX, sin embargo, historiadores, filósofos, especialistas en análisis del discurso y en comunicación, además de teóricos de la literatura, comenzaron a producir una cantidad de significativa de artículos y libros sobre la retórica de la ciencia y, en algún momento, fue activa una asociación profesional en Estados Unidos de especialistas en el asunto.
La aparición de la retórica de la ciencia se debió a tres cambios en el clima intelectual centrados en respectivamente en la historia de la ciencia, la filosofía de la ciencia y las humanidades en general.
En la historia de la ciencia el foco pasó de los mecanismos de funcionamiento de la ciencia a su contexto cultural. Una de las cosas que descubrieron es que hasta bien entrado el siglo XIX (y mucho más tiempo en muchos países) los filósofos naturales y los científicos, como personas educadas que eran, aprendieron los preceptos de la retórica de Quintiliano y Cicerón, entre otros, como parte de su formación general.
En la filosofía de la ciencia muchos académicos, impresionados por los argumentos de Duhemdecidieron que las teorías científicas no podían ser declaradas verdaderas o falsas basándose en la experiencia. De aquí dedujeron que, dada la inevitable falta de adecuación de las pruebas, los científicos tenían que tener otras razones para dar el salto a la creencia o tener otras tácticas para hacer que otros dieran el salto también. Algunos filósofos han explorado la posibilidad de que sea la retórica la que permita dar ese salto.
En las humanidades en general muchos intelectuales han adoptado la posición “lingüística”, lo que viene a ser creer que el lenguaje da forma de tal manera a nuestra visión del mundo que no podemos ir más allá de él. Consideran ingenua la creencia confiada de los científicos de que el lenguaje simplemente denota hechos del mundo real. El lenguaje construye, constituye o crea el mundo. Para estos intelectuales demostrar que esta generalización aplica incluso al lenguaje científico es un espléndido proyecto (no parece importarles mucho que sea incoherente por ser auto-referente).
A la vez que se daban estas tendencias intelectuales las exigencias académicas del sistema universitario estadounidense empujan a los profesores a enseñar y escribir sobre la retórica de la ciencia. Encontraron que era algo muy práctico para hacer atractivos los cursos de humanidades para los estudiantes de ciencias, para cumplir con las directrices curriculares que obligaban a enseñar cómo escribir y para argumentar la necesidad de cursos obligatorios que aumentasen la matriculación en los departamentos de humanidades.
A partir de finales de siglo los estudios de la retórica de la ciencia tratan todo tipo de cuestiones, basten algunas para ilustrar esta variedad: las actitudes hacia el lenguaje entre los miembros de la Royal Society; el lenguaje como “tecnología literaria”; el uso de elegías de los miembros difuntos de la Académie des Sciences de París para crear una imagen pública del carácter científico; la retórica como auto persuasión en los cuadernos de Darwin; la estructura del artículo científico moderno; disparidades entre las narraciones del descubrimiento de la doble hélice entre la publicación original de Watson y Crick y la autobiografía de Watson; el método científico como retórica, etc., etc.
Muchos de estos textos tienen poco que ver, sin embargo, con la retórica en el sentido clásico. Por el contrario, son posicionamientos en los debates entre la ciencia y el relativismo, en las llamadas Science Wars. Los no relativistas no tienen inconveniente en aceptar el argumento de que la persuasión tiene un lugar en la ciencia como lo tiene en la política, ya que los científicos saben que tienen que presentar sus descubrimientos de la forma más convincente posible si quieren que sus pares los acepten. Eso sí, no aceptan en absoluto que la ciencia sea retórica. Los relativistas, sin embargo, insisten en que los propios “hechos” están consensuados, construidos y establecidos por la persuasión. Para los relativistas los afanes de la ciencia se reducen a una serie de batallas retóricas.


La autonomía, de la Ciencia Retorica.

Autonomía de la  Ciencia Retorica.

Tomamos en cuenta los siguientes puntos para poder realizar una explicación.


Habilidad para comunicar decisiones.
Consiste, básicamente, en ser capaz de manifestar una respuesta, por sencilla que sea, de una manera comprensible. Esta capacidad, por ejemplo, se ve reducida o está ausente en pacientes afásicos. El problema práctico planteado en estos casos es determinar qué grado de habilidad en la comunicación del lenguaje se requiere en relación a diferentes decisiones que el paciente puede enfrentar. Por ejemplo, un paciente con afasia de Broca puede tener, además de su lenguaje espontáneo no fluente, una comprensión deficitaria de la sintaxis. Este déficit en la comprensión podría, por ejemplo, no limitar la comprensión para entender la información necesaria y suficiente para decidir si debe hospitalizarse o no. Sin embargo, ese mismo paciente puede resultar incompetente para comprender la información suficiente para decidir participar en un ensayo clínico con medicamentos destinado a evaluar la eficacia y seguridad de un fármaco promisorio para la afasia de Broca
Comprender la información ofrecida.
Se refiere a recibir, almacenar y reproducir de forma adecuada la información relevante, así como entender las relaciones causales y las posibles opciones que se le presentan. Pacientes con lesiones prefrontales, por ejemplo, pueden tener un defecto específico en el razonamiento lógico, con una completa indemnidad de otras funciones cognitivas. Al igual que en el caso anterior, antes de catalogarlo como incompetente se presentará el problema de relacionar el grado del defecto con la complejidad de la decisión que el paciente deberá enfrentar.
Apreciar la situación y sus consecuencias.
Significa entender lo que la información implica para su futuro, en relación al valor que el paciente asigna a los riesgos y beneficios involucrados. La valoración debiera basarse en las preferencias, principios o creencias individuales y estar libre de presiones externas. Pacientes con enfermedades psiquiátricas del afecto, por ejemplo con depresión, pueden ser considerados incompetentes para decidir en relación a un eventual rechazo a solicitar ayuda médica.
Procesar racionalmente la información.
Esto implica ser capaz de realizar un proceso lógico de pensamiento. Este es un criterio muy complejo y probablemente puede involucrar todos los puntos anteriores.