1º Estudia. El derecho se transforma constantemente.
Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado.
2º Piensa. El
derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.
3º Trabaja. La
abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia.
4º Lucha. Tu
deber es luchar por el Derecho; pero el día que encuentres en conflicto el
Derecho con la justicia, lucha por la justicia.
5º Sé leal.
Leal para con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que no
es digno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo.
Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le
dices; y que, en cuanto al Derecho, alguna que otra vez, debe confiar en el que
tú le invocas.
6º Tolera.
Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la
tuya.
7º Ten
paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.
8º Ten fe. Ten
fe en el Derecho como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la
justicia, como destino normal del Derecho; en la paz, como substitutivo
bondadoso de la justicia; y sobre todo ten fe en la libertad, sin la cual no
hay Derecho, ni justicia, ni paz.
9º Olvida. La
abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma
de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el
combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.
10º Ama tu
profesión. Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu
hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle
que se haga abogado.
Nació el 24 de
mayo de 1906 en Montevideo , considerado el procesalista más influyente del
Derecho Continental en el siglo XX. Sus padres fueron don Eduardo Couture y
doña Aurelia Etcheverry. Tanto sus cursos primarios como secundarios los
realizó en la capital uruguaya. En 1923 ingresó como estudiante a la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de la República, en Montevideo.
Producto de
las modestas condiciones de su hogar, a los 15 años de edad asumió su primer
trabajo en el Centro Odontológico del Uruguay, institución a la que
permanecería vinculado hasta el día de su muerte. Ya como estudiante de
derecho, comenzó a colaborar en el estudio jurídico del abogado Federico
Escalada. El 29 de diciembre de 1927, recibió el título de Doctor en Derecho y
Ciencias Sociales.
Jurista y
docente. Fue profesor titular de Derecho Procesal en la Universidad de la
República en Montevideo. Dirigió la "Revista de Derecho, Jurisprudencia y
Administración", fue Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
y Presidente del Colegio de Abogados.
Sobre los
temas de su especialización (procedimientos jurídicos y organización de
tribunales) dictó cursos universitarios y conferencias en varios países y
también dio a conocer diversos trabajos, entre otros un frecuentado
"Vocabulario jurídico".
En América
Latina es muy conocido el famoso “Decálogo del Abogado”, redactado por el
eminente jurista uruguayo Eduardo Couture, quien fue incorporado al “Colegio de
Abogados de Lima”, como Miembro de Honor en 1951.
Presidió el
Instituto Cultural Uruguayo - Brasileño y fue miembro de Número y vice -
presidente de la Academia Nacional de Letras. De su viaje por países de América
Latina, Europa y Estados Unidos dejó testimonio en un libro, "La comarca y
el mundo" (1953).
Su famosa
frase quedará grabada para la posteridad: “Si el Derecho se contrapone con la
Justicia, inclínate por la Justicia”.