Aunque el cuidadosamente redactado discurso de Lincoln era secundario con los otros discursos del día. En especial el discurso pronunciado por Edward Everett, reconocido diplomático y académico considerado como el mejor orador de su época. El discurso de Everett tenía 13,609 palabras y duró dos horas. En contraste, las breves palabras de Lincoln resumieron la guerra en dos o tres minutos, en diez oraciones, y en menos de 300 palabras.
Hace ocho décadas y siete años, nuestros padres hicieron
nacer en este continente una nueva nación concebida en la libertad y consagrada
al principio de que todas las personas son creadas iguales.
Ahora estamos empeñados en una gran guerra
civil que pone a prueba si esta nación, o cualquier nación así concebida y así
consagrada, puede perdurar en el tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de
batalla de esa guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como
último lugar de descanso para aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta
nación pudiera vivir. Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal
cosa.
Pero, en un sentido más amplio, nosotros no
podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este terreno. Los
valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí lo han consagrado ya muy
por encima de nuestro pobre poder de añadir o restarle algo. El mundo apenas
advertirá y no recordará por mucho tiempo lo que aquí decimos, pero nunca podrá
olvidar lo que ellos hicieron aquí. Somos, más bien, nosotros, los vivos, los
que debemos consagrarnos aquí a la tarea inconclusa que, aquellos que aquí
lucharon, hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos más bien los vivos los
que debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que,
de estos muertos a los que honramos, tomemos una devoción incrementada a la
causa por la que ellos dieron hasta la última medida completa de celo. Que
resolvamos aquí, firmemente, que estos muertos no habrán dado su vida en vano.
Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que
el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la
Tierra.
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