1. Ponga mucha atención: Deje de lado lo que está haciendo. No hable, mantenga las manos lejos del teléfono, suelte el bolígrafo. Siga escuchando aunque le parezca equivocado o irrelevante.
2. Relájese y deje a la otra persona que se relaje: Si logra que su interlocutor se relaje, tiene la mitad del camino recorrido. Lo ayudará a decir mejor lo que venía a decir. No haga uso de su autoridad.
3. Utilice lenguaje corporal: Exprésele interés en lo que dice, asintiendo, sonriendo o con gestos similares.
3. Utilice lenguaje corporal: Exprésele interés en lo que dice, asintiendo, sonriendo o con gestos similares.
4. No interrumpa: Escuche detenidamente sin interrumpir. De esta manera, la persona sentirá que tiene alguien en quien puede confiar, y le revelará sus sentimientos reales.
5. Muestre simpatía: Deje bien claro que está interesado. Pídale a su interlocutor que le ayude a entender el problema.
6. Repita lo que le dijeron: Hágalo repetidamente hasta que su interlocutor le diga “sí, exactamente”. Parafrasear aclara el significado y estimula el entendimiento. Use las mismas palabras que le dijeron —no agregue palabras suyas.
7. No le tema al silencio: El silencio permite reflexionar sobre lo que la otra persona ha dicho. Aunque parece incómodo, no le debe temerle.
8. Enfóquese en el problema, no en la conducta: Las emociones pueden distorsionar cualquier situación.
9. Responda: Diga al menos “entiendo”. (Otras técnicas para escuchar activamente más abajo.)
10. Exprese sus sentimientos: Dígale lo que siente, no sin antes entender cómo se siente la otra persona. Sin embargo, no se involucre sentimentalmente en el asunto.
11. Ponga atención a la actitud: Cualquier gesto, sentimiento o temas que evada el interlocutor pueden dar claves acerca de lo que realmente quiere decir.
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